Esta es la historia de Miriam Rodríguez, la mujer que olvidó todo instinto de supervivencia para encontrar a los responsables del asesinato de su hija.
Miriam Rodríguez había llegado puntual a su cita en un restaurante de su pueblo, la pequeña comunidad de San Fernando, en Tamaulipas. Después de una breve espera arribó su invitado, un hombre que había prometido interceder en el secuestro de su hija, Karen.
Durante los siguientes minutos, Miriam expuso su situación: su familia ya había pagado dos rescates, esperado pacientemente y mantenido a la policía lejos del caso. El sujeto aseguró que el cártel al que representaba no tenía a su hija, pero que podía localizarla por solo $2000 dólares. La mujer pagó sin dudarlo. Desafortunadamente, el criminal no cumplió con su palabra, pero eso no significa que la reunión no hubiera tenido sus frutos, pues Miriam obtuvo un dato que la llevaría a iniciar una búsqueda frenética por todo el país para dar con los responsables de la desaparición de su hija.
Una tarea que significó años y mucho dolor. Una misión que la obligó a cambiar de imagen, adoptar otras identidades, fingir trabajos y hacer una minuciosa labor de investigación como las que cualquier organización del Estado evita. Con solo haber escuchado el nombre de su cita, Miriam Rodríguez pudo destruir una organización criminal, llevar a sus integrantes ante las autoridades y descubrir el triste paradero de Karen.
El secuestro de Karen Rodríguez
La mañana del 23 de enero de 2014, Karen Rodríguez salió de su casa para ir a la escuela. El trayecto fue normal hasta que dos camionetas cerraron su paso. En una zona sin cámaras de seguridad, la chica pudo ver como salían hombres armados con dirección a su auto. Tras ser abordada por la fuerza, Karen fue amarrada y amordazada. Había sido secuestrada.
Después la llevaron de regreso a su propia casa. Mientras los criminales estaban ahí, un conocido de la familia tocó la puerta. La llegada del inesperado visitante puso en alerta a los secuestradores y decidieron llevarlo con ellos. Horas más tarde lo dejaron ir. Él fue el último cercano de los Rodríguez que vio con vida a Karen.
Lo que sucedió a partir de ese punto es la historia común de los secuestros en el México agobiado por la ‘Guerra contra el Narco’. Llamaron por teléfono a los padres de la joven y exigieron el pago de un rescate. Miriam y su exesposo accedieron e incluso pidieron un crédito para obtener el dinero fácilmente. Nada pasó. La promesa del regreso de Karen se esfumó cuando una nueva llamada pidió más dinero.
Así avanzaron los días. Continuaron las llamadas telefónicas con peticiones y al poco rato se convirtieron en amenazas. Cansada, Miriam Rodríguez pidió hablar con quienes afirmaban tener a su hija. Para su sorpresa, los criminales accedieron a verla en un restaurante. En la reunión, el tipo que afirmaba ser parte de ‘Los Zetas’ le pidió aún más dinero, en esta ocasión para hallar a su hija. Miriam cedió por última vez, quedándose solo con un dato de su desagradable encuentro: el nombre del supuesto secuestrador, Sama.
Miriam Rodríguez: la mujer que cazó a los asesinos de su hija
Según consta en carpetas de la policía, Miriam se resignó con el paso de las semanas. Su hija no iba a volver; Karen estaba muerta o simplemente había desaparecido para siempre. La poca esperanza que le quedaba se convirtió en determinación. Ahora buscaría a los responsables de su dolor y los llevaría ante la justicia.
El primer pasó lo dio a través de redes sociales, buscando al joven con el que había hablado en el restaurante. Una mañana lo encontró en una foto etiquetada en Facebook: Sama aparecía junto a una joven que trabajaba en una heladería de Ciudad Victoria.
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